Cómo el Liderazgo promueve el Aprendizaje Por Ernesto Treviño, director del Centro de Políticas Comparadas de Educación, UDP
El liderazgo de los directores de escuela ha sido sindicado como uno de los factores clave para mejorar los aprendizajes de los estudiantes. Las escuelas con un buen liderazgo tienen una visión clara respecto de su propósito, establecen planes y prioridades para fortalecer su desarrollo, se organizan de manera funcional para cumplir con sus fines y satisfacer las necesidades de desarrollo de los niños.
El liderazgo educativo, sin embargo, puede entenderse de distintas formas. Una perspectiva de sentido común puede entender el liderazgo como un atributo individual de personas cuyo talento les permite cambiar el rumbo de una escuela hacia la mejora. En consecuencia, al salir de la escuela este “llanero solitario” suele quebrarse los procesos de mejora.
Otra manera de ver el liderazgo es como una característica que se puede desarrollar a través de toda la organización de la escuela. Desde este enfoque se piensa que el liderazgo está distribuido entre distintos actores del establecimiento escolar. En este caso, se trata de que haya diferentes personas, no necesariamente en puestos directivos, que actúen como movilizadores para el desempeño adecuado de la institución en pos de la consecución de sus objetivos.
En nuestra cultura prima la visión del héroe individual que puede transformar la organización escolar. Por ejemplo, los convenios de desempeño en la contratación de los directores en establecimientos públicos incluyen una responsabilidad individual por la mejora de los puntajes SIMCE. Se trata probablemente del único país en América Latina que tiene este tipo de cláusulas para la contratación de directores.
Detrás de esta idea está la lógica de que los directores deben ser líderes pedagógicos que se preocupen por el aprendizaje. Complementariamente, la percepción del líder como héroe individual puede tener sentido en nuestra cultura jerárquica, pues esperamos que los líderes tomen decisiones y líderen.
Para construir un sistema escolar sólido, sin embargo, es necesario fortalecer la colaboración entre escuelas para desarrollar capacidades. Esto se hace mediante redes donde docentes y directores comparten la forma en que han solucionado problemas que son comúnes en el sistema escolar.
Finalmente, para fomentar un liderazgo educativo orientado a la mejora es también necesario reducir la carga burocrática de las escuelas y los directores. En el caso del proyecto de Nueva Educación Pública que se discute en el Congreso Nacional sería recomendable que este trabajo burocrático se realizara en los servicios locales de educación, dejando más tiempo para la labor educativa de los directores.
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